Al atardecer en la costa oeste podía
mirar su rostro
Las grandes montañas eran sus manos
Las piedras como su corazón,
el mar reflejo del alma pura
las olas me arrastraban
viendo la aurora en sus ojos
Te digo adios pero no me iré de este ocaso,
lo que más deseo es traspasar umbrales
tu sabor me sabe a libertad,
y me obliga a abandonar tu atormentada paz.
Autora: Nicole Mendoza.
Fecha: Martes 24 de octubre de 2017
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